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Hernán López Añez

Que Dios reparta suerte

 Primer tercio

Esperaré al toro a portagayola, le ejecutaré unas verónicas y remataré por gaoneras, teniendo presente el consejo de Belmonte: "Si quieres torear bien, olvida que tienes cuerpo. Se torea con el alma, como se sueña y se juega, como se baila y se canta."

Feliz el momento en que la mente y el corazón de Fortunato González concibieron la idea de crear un magisterio para exaltar una de las manifestaciones del arte más emocionantes de una porción importante de las personas que han habitado y que aún tienen su morada en dos continentes. Pero si este instante fue pertinente y acertado, más lucida no pudo ser la decisión de este singular aficionado y de la Comisión Taurina del Municipio Libertador, que se tomó el pasado 22 de febrero en una tormenta de ideas celebrada con motivo de la evaluación de las pasadas ferias del sol, al acordarse que la Cátedra Libre desde donde se desarrollaría este proyecto, llevaría el nombre de uno de los hombres más preclaros, más cultos, más emblemático de la merideñidad contemporánea y más representativo de la afición por esta fiesta de correr los toros, como también lo fue el político y profesor universitario, ya fallecido en mala hora, Don Germán Briceño Ferrini. Este sueño se hizo realidad en el momento en que el Consejo de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas en su sesión ordinaria del pasado viernes 13 de abril, decidió la creación de la Cátedra Libre de Tauromaquia "Dr. Germán Briceño Ferrigni ", propuesta por el profesor Fortunato González Cruz, director del Centro Iberoamericano de Estudios Provinciales y Locales -CIEPROL--. Disposición que el 25 de julio pasado, fue aprobada por el Consejo Universitario de la Universidad de Los Andes, con una mayoría muy significativa.

Cada vez que disfruto de las corridas en nuestro albero, me parece ver al Dr. Germán Briceño Ferrigni en la barrera de nuestra querencia natural, la Plaza de Toros Monumental Román Eduardo Sandia, vestido, como lo hacen muchos de los aficionados de la España de siempre, con su terno, su corbata y su sombrero de pajilla, atento al movimiento del toro y a cada lance y cada pase del matador, para fotografiar con sus ojos, internalizar las secuencias de los retratos, disfrutar el colorido, la cadencia, la alegría, la vibración, la suavidad, la música, en fin, la estética, que se conjuga en un todo armonioso para el disfrute del momento y para guardar en el recuerdo este sentimiento que sólo los privilegiados de los dioses del olimpo se pueden regocijar para alimentar su espíritu.

Recuerdo, como si hubiera sido ayer, las palabras pronunciadas por Germán Briceño el día de la inauguración de la Capilla y el Patio de Caballos de nuestra Plaza de Toros. Destacó en esa oportunidad la confluencia de voluntades de distinto pensamiento político, pero de común amor por Mérida y por la fiesta brava, para realizar el proyecto de construir un coso digno de esta Ciudad hermosa, serrana y universitaria. Decía el Dr. Germán Briceño, como lo llamé siempre por respeto y admiración, que ". la feria nos concilia y unifica y que se abre como flor roja de festiva alegría, como un abanico multicolor e iridiscente, como un manojo de rosas cortadas en el sevillano parque de María Luisa donde las guitarras moras requiebran a la luna, como un ramillete de azucenas, hortensias y margaritas del aledaño vergel, que perfuman y suavizan el áspero y tirrioso ambiente de nuestro discurrir cotidiano y ponen una tregua de solaz para el descanso de los diarios afanes. ¡que se oiga, pues, la música y toquen los timbales y se abran las capas; y el sol riele, y haga más blanca la arena y más carmesí la sangre y más sonoros los cascabeles; y que las bellas y altivas mujeres encanten corazones y embrujen los tendidos bajo el riente dosel de la tarde!"

En estas palabras se condensa la multiforme personalidad de su autor. A mi entender en ellas se manifiestan con meridiana expresión muchas virtudes. Sólo quiero destacar que quien habla de esta manera tiene que ser poseedor de una mente brillante y un corazón noble. Y para disfrutar estas dos bondades debió gastar su tiempo en una formación intelectual envidiable y en alimentar sus sentimientos con amor, con dulzura y con compresión. Y estos valores los puso entre otras muchas actividades, al servicio de la tauromaquia, como lo hizo con la política, con la Universidad , con su familia, con el buen decir y escribir, con Mérida y con su Patria.

La Cátedra , pues, se sentirá orgullosa de llevar su nombre y su comunidad tendrá la grave responsabilidad de hacerle honor a este hombre irrepetible, manteniendo la altura y la profundidad.

Ojalá la siguientes palabras de Don Germán, escritas en el artículo "Manolete, los toros y la reconciliación española", que concibió para el Manual a los toros de 1992, las mantengamos en la mente para el cultivo de la afición: "Quienes saben de toros, afirman que cuando hay la íntima fusión entre la res bravía y el diestro sabio, se produce un secreto entendimiento entre ambos. En el matador se suscita la abstracción absoluta. La ruidosa galería desaparece. No mana vino de los racimos ni sonidos de las castañuelas, la música se apaga, las banderolas se desflecan, la fuerza primitiva de la res se seda y armoniza." Su amor por Mérida le parió este pensamiento: "Mérida es un sueño en permanente vigilia". Ocurrió en una reunión de representantes de la sociedad merideña que construyó su visión compartida.

Indaguemos un poco sobre las razones que tiene un intelectual, un político, un académico, un merideño de pura cepa y abolengo, como el Dr. Briceño Ferrigni, para dedicar parte de su valioso tiempo a solazarse, a nutrir su alma y a hacer notorias sus emociones en una plaza de toros; qué motivos lo indujeron a leer y a escribir sobre tauromaquia, a compartir en tertulias taurinas con amigos y aficionados; a visitar la cuna del toreo, allá por los sesenta, y trasladarse, a veces con incomodidades de una ciudad a otra porque en Madrid toreaba una figura, digamos, Paco Camino, el Niño Sabio de Camas, y luego ir a Sevilla a ver una verónicas al mayestático Curro Romero, el Faraón de Camas, y posteriormente a Bilbao a aplaudir a Santiago Martín El Viti, el del obsesivo culto al temple. La respuesta la dio para la historia el grande de las letras hispanas D. Federico García Lorca cuando escribió: "El toreo es, probablemente, la riqueza poética y vital mayor de España." Para añadir: "Creo que los toros es la fiesta más culta que hay hoy en el mundo". O cuando en un cante popular andaluz se oye: ". el conocimiento la pasión no quita...".

Continúa.....

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Cátedra Libre de Tauromaquia "Dr. Germán Briceño Ferrigni" ,
CIEPROL. Centro Iberoamericano de Estudios Provinciales y Locales
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
Universidad de Los Andes, Mérida Venezuela