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Identidad y Fiesta Brava


IDENTIDAD Y FIESTA BRAVA

Fortunato González Cruz
Director de CIEPROL-ULA

Corridas de Toros e Identidad de España

Gabriel Doménech Pascual en un trabajo jurídico sobre la fiesta brava, copia un trozo de una sentencia del Tribunal Constitucional Federal de Alemania donde se pretende definir el arte en los siguientes términos:  

Lo esencial de la acción artística es la libre configuración creativa, en la cual se plasman intuitivamente por medio de un determinado lenguaje formal las impresiones, experiencias y vivencias del artista. Toda actividad artística es una confluencia de procesos conscientes e inconscientes que no pueden ser descifrados racionalmente. En la creación artística actúan conjuntamente la intuición, la fantasía y la pericia artística; no se trata primariamente de información, sino de expresión, y ciertamente de la más inmediata expresión de la personalidad individual del artista” ii. Es una definición bastante individualista pero útil para definir el toreo como un lenguaje formal que plasma las impresiones, experiencia y vivencias del torero, quien actúa por intuición, por fantasía y por pericia. A diferencia de las artes plásticas, como lo afirma Luís Francisco Esplá, citado por Fernando Claramunt López, “El drama de los toreros como yo es que morimos sin haber entendido del todo el material con el cual trabajamos” . iii. El toreo es además un arte efímero, el más fugaz de todos más que su pariente el ballet o la gastronomía, porque se realiza en un instante del que quedan los fulgores, las imágenes y los sabores. “Puede haber dos pases geométricamente idénticos y estéticamente distintos. En esa distinción consiste precisamente el arte ,” ha escrito alguna vez José Carlos Arévalo.

Quiérase o no, las corridas de toros son un expresión artística tan española como la pareja cervantina, porque tienen la estética particular de España, la pasión de España, escenifica una manera de ver la vida y de vivir española, es una forma de socialización mediante el espectáculo artístico, la comida, la bebida y la música. La fiesta brava es la fiesta nacional de España porque condensa todo lo español en un único acto. Allí está contenida toda la cultura, todo el arte, todo el concepto estético español, toda la pasión y toda la disposición de la sociedad española para vivir la vida como un acontecimiento. ¿Que hay polémica en torno a las corridas de toros? ¡Por supuesto que tiene que haberla! Aquí se polemiza, se forma una discusión acalorada y se organizan partidos por quien y donde se prepara mejor y auténtica tortilla española. Lo peligroso para España y para su esencia en estos años iniciales del siglo XXI es que llegue a cualquier instancia de poder un lunático, un psicópata, como han llegado, y prohíba las tortillas…o las corridas de toros.

Que lo digan los propios españoles:

Federico García Lorca dijo una vez que Alemania tiene musa e Italia ángel, pero España está todo el tiempo movida por el duende que adquiere en los toros “ sus acentos más impresionantes, porque tiene que luchar por un lado, con la muerte que puede destruirlo, y por otro lado, con la geometría, con la medida base fundamental de la fiesta. El toro tiene su órbita, el torero la suya, y entre órbita y órbita un punto de peligro donde está el vértice del terrible juego. Se puede tener musa con la muleta y ángel con las banderillas, y pasar por buen torero, pero en la faena de capa, con el toro limpio todavía de heridas, y en el momento de matar, se necesita la ayuda del duende para dar en el clavo de la verdad artística” . Y agrega “En España tiene el duende un campo sin límites sobre los cuerpos de las bailarinas de Cádiz, elogiadas por Marcial, sobre los pechos de los que cantan, elogiados por Juvenal, y en toda la liturgia de los toros, auténtico drama religioso donde, de la misma manera que en la misa, se adora y se sacrifica a un Dios. (Pág. 45 y 46)

La fiesta brava es como lo reconoce el jurista Tomás Ramón Fernández… ” un elemento constitutito de nuestra propia y particular realidad social tras el cual subyace toda una concepción del mundo que nos es propia, que expresa nuestro privativo modo de ser, de entender y de estar en el mundo, que da cuenta de nosotros mismos, de nuestra singular e irrenunciable identidad en un mundo cada vez más uniforme, de nuestra cultura en el sentido más profundo y más auténtico del término, sin la cual, sencillamente, no seríamos ya nosotros mismos” (Pág. 171)

Por ello en América existen las corridas de toros. Más, mucho más donde lo español se mantuvo firme, menos donde llegaron en mayor proporción gotas de otras estirpes.

Serán un milagro, una temeridad o ambas cosas las corridas de toros. Pareciera a primera vista una entelequia condenada a muerte. Pero las corridas de toros forman parte del alma española que es también en alto grado el alma de América. Se trata de un hecho cultural que incorpora la esencia de lo español, de un arte con los contenidos estéticos que se comprenden en España y en América como en ninguna otro lugar. ¿Qué van a hacer? ¿Qué vamos a hacer? ¿Van a demoler la Sagrada Familia por irracional? ¿Renunciamos a la eñe? ¿Van a acabar con la fiesta brava? No hay más camino en un mundo amenazado por lo anodino y fútil que defender esa expresión artística tan específica. Por la cultura, por el arte, por los valores ecológicos, por los valores éticos, por la identidad hay que preservarla de sus enemigos internos y externos.

ii En Revista Jurídica de Castilla-La Mancha. Mayo 2006 Nº 40. Pág. 85

iii Claramunt López, F. La Mirada del Torero. 1999. Tutor. Madrid. Pág. 229

 

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Cátedra Libre de Tauromaquia "Dr. Germán Briceño Ferrigni" ,
CIEPROL. Centro Iberoamericano de Estudios Provinciales y Locales
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
Universidad de Los Andes, Mérida Venezuela